Cuando
ya de la vida
el alma tenga, con el cuerpo, rota,
y duerma en el sepulcro
esa noche más larga que las otras,
el alma tenga, con el cuerpo, rota,
y duerma en el sepulcro
esa noche más larga que las otras,
mis
ojos, que en recuerdo
del infinito eterno de las cosas,
guardaron sólo, como de un ensueño,
la tibia luz de tus miradas hondas,
al ir descomponiéndose del infinito eterno de las cosas,
guardaron sólo, como de un ensueño,
la tibia luz de tus miradas hondas,
entre la oscura fosa,
verán, en lo ignorado de la muerte,
tus ojos... destacándose en las sombras.
José Asunción Silva
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