¿Quién me despertará si no este río?
Viene desde la infancia
y lleva piedras grandes en lugar de navíos,
ramas sueltas, velámenes rotos
y un camalote para señalar que corre aún.
Un impulso lo ciega,
una columna de humo lo sigue desde la orilla,
dos motas de polen marcan el rumbo.
Quiero asirlo, pero no puedo: es de agua,
recoger la espuma y no alcanzo: se aleja,
respirar su perfume,
pero no es de aquí: resuena en mi cabeza.
Con dedos lisos golpea los postigos
y abre los picaportes:
en su cama de aullidos duerme el tiempo.
Rafael Felipe Oteriño
Un verso puede ser el mejor mantra/ que repetís como una plegaria/ cuando la poesía pasa.
viernes, 5 de agosto de 2016
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