lunes, 22 de septiembre de 2014

JULIO

Desde que me quitaste
tu cuerpo,
sin saber qué quitabas,
hay más tiempo
en el cielo
y una mancha de sangre
en el cabo
de mi hacha.

Hacho pisando hojas,
me desnudan y bañan
en un patio de estancia.

La vida es una larga
pileta con violetas,
una pileta en forma
de cruz
que se cubría
y que cubría el campo
de violetas.

Ya no grito tu nombre
cuando sueño
que he perdido las botas
o que muero.
Ahora las busco solo
por el suelo
como cuando buscaba
gateando mis soldados.

Y cuando sueño que te vas
no grito
pero salgo a buscarte
y llego tarde
y me enferma tu tiempo.
En el sueño es verano; 
la mañana es de invierno.


Héctor Viel Temperley

jueves, 18 de septiembre de 2014

De todos los objetos

De todos los objetos, los que más amo
son los usados.
Las vasijas de cobre con abolladuras y bordes aplastados,
los cuchillos y tenedores cuyos mangos de madera
han sido cogidos por-muchas manos. Éstas son las formas
que me parecen más nobles. Esas losas en torno a viejas casas,
desgastadas de haber sido pisadas tantas veces,
esas losas entre las que crece la hierba, me parecen
objetos felices.

Impregnados del uso de muchos,
a menudo transformados, han ido perfeccionando sus
formas y se han hecho preciosos
porque han sido apreciados muchas veces.

Me gustan incluso los fragmentos de esculturas
con los brazos cortados. Vivieron
también para mí. Cayeron porque fueron trasladadas;
si las derribaron, fue porque no estaban muy altas.
Las construcciones casi en ruinas
parecen todavía proyectos sin acabar,
grandiosos; sus bellas medidas
pueden ya imaginarse, pero aún necesitan
de nuestra comprensión. Y, además,
ya sirvieron, ya fueron superadas incluso. Todas estas cosas me hacen feliz.

Bertolt Brecht

lunes, 15 de septiembre de 2014

El ascensor de hiedra

Dicen los insectos sensatos y sensibles
que las paredes y los grandes
muros son apenas un hálito vehemente
conjurando la nada, el infinito.
Por esos ladrillos del no ser
ascienden, como habitáculos
de furia, los cuerpos corrompidos
de las palabras. ¿Quién me impuso,
rasgando mi inocencia animal
en el sillar de mi hondura biológica,
esta ascensión conjetural?
Sólo lo vacuo que adviene
de lo alto, que adviene y obstina
(huracán espiralante)
la masa de los bienes creados,
la caída en la plenitud
de lo oscuro, llamada, 
a veces, vida.

Aldo Oliva

sábado, 6 de septiembre de 2014

Las cosechadoras de flores

En el campo, bajo el sol de la mañana, con sus
sombreros puestos las mujeres cosechan.
Delicadeza de orfebre es la que tienen cuando le
roban sus flores a la tierra.
Paula Jíménez España
Ediciones la mariposa y la iguana