De Los Conjurados, 1985. Jorge Luis Borges |
Un verso puede ser el mejor mantra/ que repetís como una plegaria/ cuando la poesía pasa.
viernes, 30 de agosto de 2013
martes, 27 de agosto de 2013
Aniversario
En el tiempo
en que festejaban el día de mi cumpleaños,
yo era feliz y nadie había muerto.
En la casa antigua, incluso mi cumpleaños era una tradición de siglos,
y la alegría de todos, y la mía, estaba asegurada con una religión cualquiera.
En el tiempo en que festejaban el día de mi cumpleaños,
tenía yo la gran salud de no entender cosa alguna,
de ser inteligente en medio de la familia,
y de no tener las esperanzas que los demás tenían por mí.
Cuando llegué a tener esperanzas ya no supe tener esperanzas.
Cuando llegué a mirar la vida, perdí el sentido de la vida.
Sí, lo que supuse que fui para mí,
lo que fui de corazón y parentesco,
lo que fui de atardeceres de media provincia,
lo que fui de que me amaran y ser yo el niño.
Lo que fui —¡Ay, Dios mío!—, lo que sólo hoy sé que fui…
¡Qué lejos!...
(Ni lo encuentro…)
¡El tiempo en que festejaban el día de mi cumpleaños!
Lo que hoy soy es como la humedad en el corredor al final de la casa,
que mancha las paredes…
lo que hoy soy (y la casa de quienes me amaron tiembla a través de mis lágrimas),
lo que soy hoy es que hayan vendido la casa.
Es que hayan muerto todos,
es que haya sobrevivido yo a mí mismo como un fósforo frío…
En el tiempo en que festejaban el día de mi cumpleaños…
¡Qué amor mío, como una persona, ese tiempo!
Deseo físico del alma de encontrarse allí otra vez,
por un viaje metafísico y carnal,
con una dualidad de mí para mí…
¡Comer el pasado como a pan con hambre, sin tiempo para mantequilla en los dientes!
Veo todo de nuevo con una nitidez que me ciega para cuanto hay aquí…
La mesa dispuesta con más lugares, con mejores dibujos en la loza, con más copas,
el aparador con muchas cosas —dulces, frutas, el resto en la sombra bajo lo elevado—,
las tías viejas, los primos diferentes, y todo por causa mía,
en el tiempo en que festejaban el día de mi cumpleaños…
¡Detente, corazón mío!
¡No pienses! ¡Deja el pensar en la cabeza!
¡Oh Dios mío, mi Dios, Dios mío!
Ya hoy no cumplo años.
Perduro.
Se me suman días.
Seré viejo cuando lo sea.
Y nada más.
¡Rabia de no haberme traído el pasado robado en la mochila!...
¡El tiempo en que festejaban el día de mi cumpleaños!
yo era feliz y nadie había muerto.
En la casa antigua, incluso mi cumpleaños era una tradición de siglos,
y la alegría de todos, y la mía, estaba asegurada con una religión cualquiera.
En el tiempo en que festejaban el día de mi cumpleaños,
tenía yo la gran salud de no entender cosa alguna,
de ser inteligente en medio de la familia,
y de no tener las esperanzas que los demás tenían por mí.
Cuando llegué a tener esperanzas ya no supe tener esperanzas.
Cuando llegué a mirar la vida, perdí el sentido de la vida.
Sí, lo que supuse que fui para mí,
lo que fui de corazón y parentesco,
lo que fui de atardeceres de media provincia,
lo que fui de que me amaran y ser yo el niño.
Lo que fui —¡Ay, Dios mío!—, lo que sólo hoy sé que fui…
¡Qué lejos!...
(Ni lo encuentro…)
¡El tiempo en que festejaban el día de mi cumpleaños!
Lo que hoy soy es como la humedad en el corredor al final de la casa,
que mancha las paredes…
lo que hoy soy (y la casa de quienes me amaron tiembla a través de mis lágrimas),
lo que soy hoy es que hayan vendido la casa.
Es que hayan muerto todos,
es que haya sobrevivido yo a mí mismo como un fósforo frío…
En el tiempo en que festejaban el día de mi cumpleaños…
¡Qué amor mío, como una persona, ese tiempo!
Deseo físico del alma de encontrarse allí otra vez,
por un viaje metafísico y carnal,
con una dualidad de mí para mí…
¡Comer el pasado como a pan con hambre, sin tiempo para mantequilla en los dientes!
Veo todo de nuevo con una nitidez que me ciega para cuanto hay aquí…
La mesa dispuesta con más lugares, con mejores dibujos en la loza, con más copas,
el aparador con muchas cosas —dulces, frutas, el resto en la sombra bajo lo elevado—,
las tías viejas, los primos diferentes, y todo por causa mía,
en el tiempo en que festejaban el día de mi cumpleaños…
¡Detente, corazón mío!
¡No pienses! ¡Deja el pensar en la cabeza!
¡Oh Dios mío, mi Dios, Dios mío!
Ya hoy no cumplo años.
Perduro.
Se me suman días.
Seré viejo cuando lo sea.
Y nada más.
¡Rabia de no haberme traído el pasado robado en la mochila!...
¡El tiempo en que festejaban el día de mi cumpleaños!
Fernando Pessoa
lunes, 26 de agosto de 2013
El encuentro
Empezamos a hablar-
Nos miramos, dejamos de mirarnos-
Las lágrimas subían a mis ojos
pero no podía llorar
deseaba tomar tu mano
pero mi mano temblaba.
No dejabas de contar los días que faltaban
para nuestro próximo encuentro
pero las dos sentíamos en el corazón
que nos separábamos para siempre.
El tictac del relojito llenaba la habitación en calma-
Escucha, dije, es tan fuerte
como el galope de un caballo en un camino solitario.
Así de fuerte –un caballo galopando en la noche.
Me hiciste callar en tus brazos –
pero el sonido del reloj ahogó el latido de nuestros
corazones.
Dijiste “No puedo irme: todo lo que vive de mí
está aquí para siempre”.
Después te fuiste.
El mundo cambió. El ruido del reloj se hizo más débil
se fue perdiendo –se tornó minúsculo-
Susurré en la oscuridad: “Moriré si se detiene”.
Katherine Mansfield, Té
de manzanilla & otros poemas.
Traducción: Mirta Rosenberg y Daniel Samoilovich.
domingo, 25 de agosto de 2013
jueves, 22 de agosto de 2013
blog del amasijo: Libro recomendado: Lisboa Antigua, de Graciela Gon...
blog del amasijo: Libro recomendado: Lisboa Antigua, de Graciela Gon...: 1 Escribe para mí una letra un renglón de perfume sin registro una palabra insoportable escribe su silenc...
miércoles, 21 de agosto de 2013
viernes, 16 de agosto de 2013
jueves, 15 de agosto de 2013
The Reproduction of Profiles, 1987
Sólo en conexión con un cuerpo, tiene sentido una sombra. Yo
llamé perro a la mía, el modo en que corría delante de mí en la
polvareda, respirando veloz y estirando su pequeño hocico ahí
adelante -- pese a que hay intervalos en que la luz se aquieta y
el aire no resiste. Abandonada en mi cuerpo, la memoria de las
casas a una cierta distancia, sus techos y chimeneas para que la
oscuridad fluya en convenciones arbitrarias. Por eso no te gusta
cuando me emborracho. Me quedo dormida en la calle, sin una
mísera sombra donde yacer y el gentío se agolpa a mirar, teme-
roso de verse defraudado.
llamé perro a la mía, el modo en que corría delante de mí en la
polvareda, respirando veloz y estirando su pequeño hocico ahí
adelante -- pese a que hay intervalos en que la luz se aquieta y
el aire no resiste. Abandonada en mi cuerpo, la memoria de las
casas a una cierta distancia, sus techos y chimeneas para que la
oscuridad fluya en convenciones arbitrarias. Por eso no te gusta
cuando me emborracho. Me quedo dormida en la calle, sin una
mísera sombra donde yacer y el gentío se agolpa a mirar, teme-
roso de verse defraudado.
Rosmarie Waldrop |
Ama de casa
Algunas mujeres se casan con su casa.
Es otro tipo de piel; tiene corazón,
boca, hígado y mueve el intestino.
Las paredes son firmes y rosadas.
Mira cómo ella se pasa el día de rodillas,
lavándose a sí misma con fidelidad.
Los hombres penetran por la fuerza, como Jonás atraídos
por su madre carnal.
Una mujer es su propia madre.
Esto es lo principal.
En La pasión del exilio, diez poetas norteamericanas del siglo xx.
Selección, traducción y prólogo: María Negroni.
Bajo la luna/Bilingüe.
Es otro tipo de piel; tiene corazón,
boca, hígado y mueve el intestino.
Las paredes son firmes y rosadas.
Mira cómo ella se pasa el día de rodillas,
lavándose a sí misma con fidelidad.
Los hombres penetran por la fuerza, como Jonás atraídos
por su madre carnal.
Una mujer es su propia madre.
Esto es lo principal.
(de Live or Die, 1966) |
En La pasión del exilio, diez poetas norteamericanas del siglo xx.
Selección, traducción y prólogo: María Negroni.
Bajo la luna/Bilingüe.
miércoles, 14 de agosto de 2013
El abismo
Un abismo de silencio nos separa
Yo estoy de un lado del abismo -tú del otro-
No puedo verte ni oírte -pero sé que estás allí-
Suelo llamarte por tu nombre infantil
y finjo que el eco de mi grito es tu voz.
Cómo podemos franquear el abismo -nunca hablándonos, tocándonos-
antes pensaba que podríamos llenarlo con nuestras lágrimas,
ahora quiero destrozarlo con nuestra risa.
Katherine Mansfield, Té de manzanilla & otros poemas.
Traducción: Mirta Rosenberg y Daniel Samoilovich.
Yo estoy de un lado del abismo -tú del otro-
No puedo verte ni oírte -pero sé que estás allí-
Suelo llamarte por tu nombre infantil
y finjo que el eco de mi grito es tu voz.
Cómo podemos franquear el abismo -nunca hablándonos, tocándonos-
antes pensaba que podríamos llenarlo con nuestras lágrimas,
ahora quiero destrozarlo con nuestra risa.
Katherine Mansfield, Té de manzanilla & otros poemas.
Traducción: Mirta Rosenberg y Daniel Samoilovich.
martes, 13 de agosto de 2013
Víspera
Se va la tarde. Decís, a este sitio
vendremos: escribirás, sembraré,
pasaremos los días de viejos.
Sobre la casa que nace, cruzó
una torcaza. Más allá hay un halcón
y unas loras. La luz moja la falda
del Mogote, aviva los manchones
amarillos. Todo es hermoso, digo,
y sin embargo, hay una nota
de tristeza sobre talas y espinillos.
Será porque es invierno, decís,
será porque es domingo.
vendremos: escribirás, sembraré,
pasaremos los días de viejos.
Sobre la casa que nace, cruzó
una torcaza. Más allá hay un halcón
y unas loras. La luz moja la falda
del Mogote, aviva los manchones
amarillos. Todo es hermoso, digo,
y sin embargo, hay una nota
de tristeza sobre talas y espinillos.
Será porque es invierno, decís,
será porque es domingo.
María Teresa Andruetto |
Expreso al corazón - El gato
Expreso al corazón.
Conducción: Irene Roust.
fm boedo 88.1
Para escuchar el programa del 01/08/13:
https://archive.org/details/Expreso010813
Conducción: Irene Roust.
fm boedo 88.1
Para escuchar el programa del 01/08/13:
https://archive.org/details/Expreso010813
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