Cuando vuelve de su
baño
y el sol dispone los
reflejos
su pelambre brilla en
oros de costas.
Memoria de camalote,
las ramas son colchón
para su desmesura
y los rayos allí,
en sus ojos y su lomo
y la dicha en su
rostro, sí, en sus ojos
que aman el mundo.
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