Brazos anónimos
me llevan a los suyos,
el crucifijo arriba de la cama,
la oscuridad y como un sueño
el comedor lleno de gente.
Creo que siempre sospeché
qué era la muerte, una disipación
o viento loco que levanta
basuritas en el aire
y aunque no saben, los ojos
lloran solos.
De La casa en la
avenida.
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