martes, 26 de marzo de 2019

OPUS MAGNUM - María Cristina Santiago


“Debemos estar inmóviles y sin embargo movernos” T.S.E.


Ya que no tengo una Magnum 44
decido leer a Eliot.

Me aburro en esa complacencia
y del “inmóvil
punto que gira”.

La quietud merece ser
la parte enferma de una posesión.
Elijo el infierno. He pasado la noche
casi monja.
La “Consolata” asfixia, señora Lázaro.
Soy más vieja que un diapasón
en la boca del estómago.
Bueno, llevamos la ventaja
de cortar el tiempo.
La muerte se asoma por la manga
de una casa que no tiene portal
y corre hacia mi garganta.

Quiero hacerlo de nuevo.
Me pedís que te lea:
“la primera vez que sucedió
tenía diez años”
Ahora hay más hielo en la piel
y en la mano fruición, luz que desciende
directamente al carro de la basura.

Desde la ventana de un primer piso
voy arrojando junto con mis dientes
trajecitos usados por mis hijos
y dieciocho pares de zapatos.

Me he cambiado de cuarto.
Cuerpo que se divide ya no duerme
debajo de su padre.
Lo siniestro aguarda frente al espejo.
Entre el borde y la otra costa
donde aguaviva el hombre equivocado
vela, me desvelo. A la hora de la madurez
no hay flor más súbita que la sorpresa
de despertarse nadie.
He descansado veinte años
¿Cómo renunciar a lo digno de confianza?
Los niños se bañaron en el mar, vestidos
y del verano recuerdo sólo
el último verano. Una calle
que seguro no es Ámsterdam
donde se traficaba vino blanco.
No por la eternidad estoy bebiendo.
Ah, precio, el deseo victoriano
en la más larga
noche de la estación más larga.
En mi cabeza sin corona
demorado el temblor depositó
su delicada baba
de biyouterie.
Afuera hay sol. –No hagás teatro.
Tacho mi boca.
Al margen escena de un funeral
que me he aprendido de memoria.
Por la ventana arrojo
basura, bolsa con palabras.
¿Por qué no el silencio?
Olor a gas resulta muerte sucia,
me asesoro.
O tal vez Magnum valga, punta
de lápiz, bala. Pasa de refilón
y otra vez sangre,
ya ni la mucama, en esta casa
otorga importancia a las paredes.

De mi pasado cuenta sólo
lo que escribo. ¿Lo intentaré otra vez?
En una bolsa negra,
el cuerpo en equilibrio, Lázaro.

María Cristina Santiago, Buenos Aires, Argentina.






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